Puedes censurar a un amigo en confianza, pero debes alabarlo delante de los demás.
Quien contempla a un verdadero amigo, es como si contemplara a otro ejemplar de sí mismo.
Razonar y convencer, ¡qué difícil, largo y trabajoso! ¿Sugestionar? ¡Qué fácil, rápido y barato!
Saber es relativamente fácil. Querer y obrar de acuerdo a lo que uno quisiera, es siempre más duro.
Si quieres ganar un adepto para tu causa, convéncelo primero de que eres su amigo sincero.