Los claros del cielo y la luna y la nieve son un color.
Los hombres son absurdos, se entretienen en trazar rompecabezas con las cosas del cielo, como si no tuvieran bastantes quebraderos de cabeza aquí en la tierra.
Más vale reinar en el Infierno, que servir en el Cielo.
Me desprendo del abrazo, salgo a la calle. En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna. La luna tiene dos noches de edad. Yo, una.
Me encantaría saber qué pasaría si un día llegase del cielo la noticia de que el buen Dios se dispone a enviar una comisión de ángeles con plenos poderes para viajar por Europa, como los jueces en Inglaterra, y poner fin a los grandes procesos que, en el mundo, no tienen otro juez que el derecho del más fuerte.
Mi gloria es vivir tan libre, como el pájaro del cielo, no hago nido en este suelo, ande hay tanto quen sufrir; y naides me ha de seguir cuando yo remuento el vuelo.
Nadie pudo ver el cielo sin elevar la mirada.
Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir para llegar ahí.
No busques fuera de ti, el cielo está adentro.
No es blando el camino del cielo.
No hay cielo sin nubes, ni paraíso sin serpiente.
No puede ser calificado de noble quien desconoce la voluntad del cielo, no puede estar asentado sobre una base firme quien ignora las leyes de las conveniencias («li»); no puede conocer a los hombres quien no entiende de las palabras de ellos.
Nunca, como al morir un ser querido, necesitamos creer que hay un cielo.
Persiguiendo los restos de un sueño, el cielo clarea hace fresco.
Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso. . . ¡yo no sé que te diera por un beso!.
Que el cielo exista, aunque nuestro lugar sea el infierno.
Quien al cielo escupe, en su cara repercute.
Se borrará en tus labios la forma de los míos, y el cielo de tu vida tendrá un color distinto al de mi corazón.
Se hace más alto el cielo en tu presencia, la tierra se prolonga de rosa en rosa y el aire se prolonga de paloma en paloma.
Sé que va a llover. Las nubes han estado jugando todo el día con el azul estilo del cielo llevando de un lado a otro sus negros y pesados vestuarios, pero hasta ahora nada de lluvia ha caído.
Seamos ese pedazo de cielo, ese trozo en que pasa la aventura misteriosa, la aventura del planeta que estalla en pétalos de sueño.
Serena la luna alumbra en el cielo, domina en el suelo profunda quietud; ni voces se escuchan, ni ronco ladrido, ni tierno quejido de amante laúd.
Si llenas un minuto envidiable y certero de sesenta segundos que te lleven al cielo... toda esta tierra será dominio tuyo y aún mucho más, serás hombre, hijo mío.
Si me das de tu boca, de tu boca bebo a sorbitos agua del cielo.
Si no caminara cotidíanamente en la navaja que separa las nubes del cielo y el infierno y fuera una mujer de lino en un país planchado, desarrollado, lleno de todo lo que aquí nos falta... Seguramente hubiera pasado a tu lado sin mirarte, sin que me vieras. Seguramente, ni vos ni yo estaríamos ahora sentados mirándonos, tocándonos, acariciando, como a un niño el tiempo.