No hemos obtenido ninguna explicación científica sobre la visión ordinaria de que cada una de las especies han sido creadas independientemente.
No me interesa lo que se escriba sobre mí siempre y cuando no sea verdad.
No miente sólo el que habla contrariando su propio saber, sino sobre todo el que habla contrariando su propio no saber.
No puedo creer en la inmortalidad del alma. . . No, todo lo que se dice sobre la existencia después de la tumba está mal. Es sólo el producto de nuestra tenacidad hacia la vida. . . Nuestro deseo de seguir viviendo. . . Nuestro pavor de llegar a un final.
No se debe juzgar a los hombres por su fisonomía, sobre todo, sin ponerlos a prueba.
Nubes en lugar de ideas. Se forman sobre las cabezas de los pensadores, el viento se las lleva y se derraman sobre zonas áridas de ideas.
Nuestras acciones hablan sobre nosotros tanto como nosotros sobre ellas.
Nuestras creencias sobre lo que somos y lo que podemos ser determinan con precisión lo que podemos ser.
Nuestro destino ejerce su influencia sobre nosotros incluso cuanto todavía no hemos aprendido su naturaleza; nuestro futuro dicta las leyes de nuestra actualidad.
Nunca podrás tenerme sin abrir tu deseo sobre la desnudez que sella lo inefable, ni encontrarás mis labios mientras algo concreto enraíce tu amor.
Oh santo temeroso ¡anímate!, las nubes que tanto temes, llenas de misericordia están y sobre ti bendiciones derramarán.
Pánico. La escalera se derrumba sobre los amores de los gatos.
Para qué volver sobre el echo sabido de que cuanto más se parece un libro a una pipa de opio más satisfecho queda el chino que lo fuma, dispuesto a lo sumo a discutir la calidad del opio pero no sus efectos letárgicos.
Para ser feliz hace falta, sobre todo, estar conforme con uno mismo.
Para triunfar en la lucha por la vida, el hombre ha de tener o una gran inteligencia o un corazón de piedra.
Para un escultor o un pintor es un error hablar o escribir a menudo sobre su trabajo. Esto libera tenciones y las tensiones son necesarias para su obra.
Parece probado que en la vida se triunfa gracias a tres factores: la salud, la inteligencia y el carácter, añadamos un cuarto factor; un poco de suerte.
Pensemos en la grandeza de los antiguos, sobre todo de la escuela socrática, y en cómo ésta pone ante nuestros ojos la fuente y el hilo conductor de toda vida y toda actividad, y estimula no a una especulación vacía, sino a vivir y actuar.
Por encima del talento están los valores comunes: disciplina, amor, buena suerte, pero, sobre todo, tenacidad.
Por eso no es suficiente hablar sobre la paz. Uno debe creer en ella, y ésta no es suficiente en lo que creer. Uno debe trabajar en ello.
Qué buen insomnio si me desvelo sobre tu cuerpo
Que si tu fuga fuera sobre verdes caminos y sobre las espumas, y te vieran mis ojos, seguirte yo sabría.
Quien discute sobre si se puede matar a la propia madre no merece argumentos sino azotes.
Quien lleva toda su vida a su mujer sobre la espalda, cuando la deja en el suelo, ella dice: ¡Estoy fatigada!.
Quien no tiene toda la inteligencia de su edad, tiene toda su desgracia.