El gobierno debe organizar la educación de modo que pueda controlar las opiniones políticas y morales.
El gusto de la concentranción productora debe reemplazar, en un hombre ya maduro, al gusto de la desperdigación.
El gusto por la adulación se debe, en la mayoría de los hombres, a la pobre opinión que tiene de sí mismos; con las mujeres ocurre al contrario.
El hogar debe ser el refugio sagrado de la vida.
El hombre debe ser siempre flexible como la caña, no rígido como el cedro.
El hombre del conocimiento debe no solamente saber amar a sus enemigos, sino también saber odiar a sus amigos.
El hombre es algo que debe ser superado.
El hombre no debe seguir ciegamente un derrotero fijo.
El hombre piensa, debe utilizar todos sus sentidos; debe examinar; debe razonar. El hombre que no puede pensar es menos que un hombre; el hombre que no quiere pensar es un traidor a sí mismo; el hombre que teme pensar es un esclavo de la superstición.
El hombre que no sabe sonreir, no debe abrir tienda.
El hombre que no teme a las verdades, nada debe temer a las mentiras.
El hombre sabio no debe abstenerse de participar en el gobierno del Estado, pues es un delito renunciar a ser útil a los necesitados y un cobardía ceder el paso a los indignos.
El hombre sólo puede alcanzar el conocimiento con la ayuda de quienes lo poseen. Esto debe ser entendido desde el principio. Uno debe aprender de los que saben.
El humor es parte de la vida y en consecuencia no debe ser excluido, ni aun de la literatura seria.
El humor no debe ser risa. Sí, sonrisa. Y, de ser posible, llanto amargo.
El jugador de ajedrez debe trasladar sus capacidades intelectuales a otras artes como las letras y la filosofía, ya que realiza muchas más combinaciones que casi todos los autores literarios.
El legislador no debe proponerse la felicidad de cierto orden de cuidadanos con exclusión de los demás, sino la felicidad de todos.
El lenguaje de la verdad debe ser simple y sin artificios.
El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío.
El matrimonio debe combatir sin tregua un monstruo que todo lo devora: la costumbre.
El matrimonio debe ser una relación ya de simpatía o ya de conquista.
El padre debe ser el amigo, el confidente, no el tirano de sus hijos.
El padre debe ser más amado que la madre, pues él es el principio activo de la procreación, mientras que la madre es tan sólo el principio pasivo.
El pasado debe ser maestro del futuro.
El pecador debe arrepentirse. Pero ¿por qué? Sencillamente porque de otro modo sería incapaz de darse cuenta de lo que ha hecho. El momento del arrepentimiento es el momento de la iniciación.