Ni la virtud ni los talentos tienen precio, ni pueden compensarse con dinero sin degradarlos.
Ninguna esperanza queda de virtud, cuando no solamente deleitan los vicios, sino que se aprueban.
No es nada fácil abandonar la virtud; ella atormenta durante mucho tiempo a los que la abandonan.
No se desprecia a todos los que tienen vicios, pero sí a los que no tienen ninguna virtud.