Al bien hacer jamás le falta premio.
Al bien, buscarlo, al mal espantarlo.
Al tratar de la vida feliz, no debes nunca contestarme como en la elecciones: este partido parece tener mayoría, pues por esto mismo, es el peor.
Al tratar del Estado debemos recordar que sus instituciones no son aborígenes, aunque existieran antes de que nosotros naciéramos; que no son superiores al ciudadano; que cada una de ellas ha sido el acto de un solo hombre, pues cada ley y cada costumbre ha sido particular; que todas ellas son imitables y alterables, y que nosotros las podemos hacer igualmente buenas o mejores.
Alèjate de aquellos que intentan menospreciar tus ambiciones. Gente pequeña siempre lo hace, pero los verdaderamente magníficos te hacen sentir que, tu tambien, puedes ser magnífico.
Aléjese de los palacios el que quiera ser justo. La virtud y el poder no se hermanan bien.
Alguna cosa sucede bien al que muchas prueba.
Alguna gente no enloquece nunca. Qué vida verdaderamente horrible deben tener.
Algunas veces en la vida conviene tener los ojos muy abiertos, otras a la mitad y otras más bien cerrados. La cuestión está en saber cómo cada vez.
Amad. Es el único bien que hay en la vida.
Amor es un poquito más que hacer el bien.
Ande yo caliente ríase la gente.
Ante cualquier desavenencia no caigamos en el error de dudar o bien de su inteligencia, o de su buena voluntad.
Antes de dar un consejo es preciso procurar que se lo acepte, o, más bien, que se lo desee.
Aprende a vivir y sabrás morir bien.
Ara bien y cogerás trigo.
Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de bien escuchar.
Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte.
Basta un instante para hacer un héroe y una vida entera para hacer un hombre de bien.
Bebido con buenos amigos, sabe bien cualquier vino.
Bien acierta quien sospecha que siempre yerra.
Bien ama quien nunca olvida.
Bien analizada, la libertad política es una fábula imaginada por los Gobiernos para adormecer a sus gobernados.
Bien está dos veces encerrada la lengua y dos veces abiertos los oídos, porque el oir ha de ser el doble que el hablar.
Bien está San Pedro en Roma