Cuando hago el bien, me siento bien. Cuando hago el mal, me siento mal. Esa es mi religión.
Cuando hago el bien, me siento bien; cuando hago el mal, me siento mal, y esa es mi religión.
Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él.
El arte de un príncipe consiste en hacer el bien personalmente y el mal por segunda mano.