Es tan fácil hacer sufrir a un ser que nos ama, tan fácil, que ni siquiera puede ser divertido.
Es una reflexión penosa para un hombre considerar lo que ha hecho, comparado con lo que debió hacer.
Escribir es como hacer el amor. No te preocupes por el orgasmo, preocúpate del proceso.
Escucha a tu voz interior y sigue adelante, aún cuando las personas te digan que no puedes hacerlo.
Existe al menos un rincón del universo que con toda seguridad puedes mejorar, y eres tú mismo.
Gobernar no consiste en solucionar problemas, sino en hacer callar a los que los provocan.
Hacemos daño al hombre cuando le pedimos hacer lo que está dentro de sus posibilidades o hábitos.