Los hijos, cuando son pequeños, entontecen a sus padres; cuando son mayores, los enloquecen.
Los que no tienen hijos ignoran muchos placeres, pero también se evitan muchos dolores.
Mucho tienen que hacer los padres para compensar el hecho de tener hijos.
No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos.
No le evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas.
Pocas cosas resultan más satisfactorias que ver a nuestros hijos criar hijos adolescentes.