Amo en las gentes lo que hay de inconsciente, de alegría, de asombro, de incierta espera.
El amor es la alegría de los buenos, la reflexión de los sabios, el asombro de los incrédulos.
Lo único que necesitamos para convertirnos en buenos filósofos es la capacidad de asombro.
Nada me inspira más veneración y asombro que un anciano que sabe cambiar de opinión.